viernes, 31 de diciembre de 2010

...2011.


2010, gran año.
Se me ha ido volando por completo.


Acabo de escribir una entrada donde daba las gracias a mi familia detalladamente, a mis amigos más cercanos, a los que han pasado de compañeros a amigos, a los que aún siguen conmigo después de los años, a los que pasan conmigo todos los días haciéndome sonreír, a los que compartieron conmigo el verano...

Y a pesar de llevar un buen rato escribiéndolo, lo he borrado. Porque no sería capaz de escribir todo lo importante que ha sido cada uno este año en las horas que nos quedan por quemar de este 2010.

Hoy, la verdad es que no tengo muchas ganas de salir... arreglarme...y dar la bienvenida al año como se merece porque este ha pasado tan... pero tan rápido, que mi mente aún no se ha dado cuenta de la fecha que marca el calendario.

Este año, ha entrado en mi familia el pequeño Haru. Mi primavera... dándonos muchísimos momentos felices.
Las cosas en casa han sido difíciles. Creo que precisamente por eso, he aprendido tanto y tengo tanto que agradecer.
Todos los días doy gracias de la familia que tengo que me ha hecho ser como soy. Que me apoya constantemente y que me hace querer compartir todo eso con el resto de la gente que me rodea.

Este año he crecido mucho. Y no... sigo midiendo alrededor de 1'67, pero he aprendido muchas cosas que no había sido nunca capaz de ver. He conocido... muchísima gente. Gente maravillosa. He podido conocer mejor a conocidos que se han convertido en amigos, en gente importante.

Me he mudado.
He viajado.
He reído.
He llorado.
He sonreído.
Me he enamorado.
He olvidado.
He querido.
He disfrutado de cada pequeño detalle.
He madurado.
He aprendido.
He conseguido objetivos.

... Ha sido un año completito. Y lo único que espero para el que entra es que sea capaz de superar este. Que siga aprendiendo cosas. Que siga madurando. Que siga experimentando. Que siga queriendo. Que sea capaz de volverme a enamorar. Que siga apasionándome todo lo que me apasiona. Que siga siendo yo... Que siga teniendo gente excepcional con la que compartir momentos únicos.

Y a esa estrellita que desde hace unos meses se las ingenia para hacerme sonreír y sacarme de quicio a la par, quiero decirle que me alegro mucho de haberla encontrado para que forme parte de mi cielo particular.

Igual a tanta gente...

Feliz año nuevo.
Muévanse y empiecen el año para se convierta en un año inolvidable.

^^

lunes, 27 de diciembre de 2010

Por todas partes

¿Sabes?


Me apasionan tantas cosas, que casi siempre pienso que me faltan cantidades inmensurables de tiempo para ser capaz de disfrutar de la mayoría de ellas. Que necesitaría unas cuantas vidas más, y que aún así, nunca quedaría lo suficientemente conforme.


Mis ganas de viajar. Mis libros leídos y los millones por leer. Mis canciones, las que me llenan de alegría, las que me torturan, las que me hacen salir de cualquier circunstancia o las que me transportan al pasado. Mis olores. Mis benditas películas con sus distintos diálogos inmortales. Mis fotos. Mi amor por la fotografía. Cada uno de mis textos y la necesidad de escribir que perdura en ellos. La maravillosa poesía que me desarma constantemente. La pintura a quien tengo tan abandonada. Todos los benditos artistas que son capaces de conmover y mover esos pequeños hilitos que existen dentro de mi y hacerme estremecer con el ideal de ser capaz algún día de crear esas mismas reacciones.


El arte. En cada bendito ámbito... es el único consuelo que le queda a estos inexpertos huesos.
El arte... de crear sonrisas, de hacer feliz a alguien, de vivir en equilibrio, el arte de sentir y de sufrir... el increíble arte de dar vida a lo inerte, de ofrecer segundas oportunidades, de hacer relucir.


Cada pequeño acto, cada miserable sentimiento, cada reacción, cada casualidad, cada maldito átomo y cada extraordinaria voluntad... es arte.




Mi único amor incondicional
y mi única verdadera esperanza reside en un proseguir de los días envuelto en las aspiraciones de seres imperfectos, efímeros y vanos en el noble arte de crear para rasgar la perfección con la punta de sus indignos dedos.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Sonríe.

Cada sonrisa que arruga mis comisuras para estirarme el alma.

Todo poco a poco vuelve a su sitio.




Felices fiestas a todos.
Muévanse por hacerlas especiales, y roben sonrisas.

Que lo único que vale la pena de estas fechas, es hacerlas especiales.
Ni las luces, ni los polvorones, ni el árbol, el belén o los regalos.
Lo que se esconde tras tanto adorno, es el sentimiento de querer hacer feliz, demostrar nuestro cariño y compartir nuestro tiempo.

El resto, es solo un cuento.

viernes, 10 de diciembre de 2010

De cabeza

Déjame echar un vistazo
a lo que guardas con recelo
bajo el mate de los botones
que encierran tu camisa.

Que pienso hurgar con los dedos.
Tropezar con tristezas y alegrías
rompiendo telarañas.
Trapecista en tus cornisas.

Y tirarme de cabeza al precipicio de tus manos
que al colgar de tu sonrisa,
me deshago en golondrinas
que dispersan mi pecado.


Que llevan a tus ojos
el brillo del que siempre hablan mis labios.
Que ahora no lo quiero.
Que a veces no me es grato.







domingo, 28 de noviembre de 2010

Mi castillo sin murallas.

Para estar en mi casa no necesito zapatos.
Adoro sentir con la planta de mis pies las distintas texturas de toda la casa. Sentirlos libres.
No necesito estar correctamente vestida.
Me encanta estar sólo con ese inmenso pullover negro de manga larga que mi padre nunca se pone y que es tan calentito. Ese que me queda bailando y que me tapa hasta donde nacen los muslos.

En mi casa puedo correr por los pasillos, saltar y hacer estupideces esté donde esté y sea la hora que sea. La única regla es ser tú mismo.

Estar en mi habitación y ponerle caras al espejo.
Retorcerme. Tirarme en la cama y dejar la cabeza colgando por un lado con todo el pelo en el suelo mientras en lo que pienso en mis cosas, me baja la sangre a la cabeza y me vuelvo del color de las granadas.

Mi cama me recibe bien a cualquier hora. Ya sean las 15:00, sean las 06:12 de la mañana.

Puedo beber café cuando me lo pida el cuerpo o cuando se lo pida yo. Tirar una manta y una almohada en el balcón y tener para dormir de techo las estrellas. Dormir en la azotea si necesito más espacio y un techo más amplio.

Mirar como se estampan las gotas contra el suelo y el cristal de la puerta del balcón como pequeñas kamikazes cuando llueve.
Tirarme en el suelo del balcón cuando hace Sol y dormir hasta que se despida.

Cenar en la terraza con el olor a carbón.
Poner la música más que alta y repartir aspirinas a los vecinos.

Jugar con mi perro hasta cansarme.
Hacer concursos con mis hermanos. Hacer roscas (palomitas) y tirarnos en la alfombra o en los sillones y hacernos una sesión de cine.

Puedo enfadarme, gritar y hacer escándalo.
Puedo guardar como oro en paño el silencio.
Llorar hasta la saciedad y reír hasta dolerme la cabeza y las costillas.

Puedo decir unas 50 frases sin sentido seguidas y que me contesten a todas con más de lo mismo.
Puedo bailar y tirarme por los suelos mientras canto canciones que nadie escucha.

Puedo subirme a una manta en el suelo y hacer carreras por el pasillo.
Tirar todas las cosas de la habitación cuando me plazca el caos y ordenarlas cuando lo necesite.
Enfadarme con mis padres o con mis hermanos y volver a hablar con ellos a la media hora. Reír y llorar.

Puedo hacer casi cualquier cosa.
Pero lo mejor de todo es que haga lo que haga, lo hago siendo simplemente yo.

No hay máscaras ni mentiras.
No hay verdades a medias.
No hay roles y pocos son los deberes.

Sólo hay gente que te quiere por ser como eres.
Sólo cosas tuyas y de todos.
Sólo monotonía e individuos educados para romperla.

Aquellos que me quieren por lo que soy. Con los que nada me limita a ser como quiera.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Con ganas

Empecemos de nuevo con lo ya empezado.
Bastará con hacer pequeños cambios.
Perfeccionar lo planeado.




No subestimes el poder de la voluntad y el ingenio.


Unidos pueden llegar a ser la pieza clave del mecanismo.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Ojos de cielo.

No soy más que mis ojos de golondrina.

Aquellos que se pasan la eternidad rondando el cielo de los tuyos.











No soy más que palabras
que vuelan hasta tu oído
transportando mis entrañas.

Más que temblores o cosquillas.

No soy más de lo que aparento
ni menos de lo que esperas.

No soy tu solución.
Ni la de nadie.

Soy otra nota en tu guitarra.
Soy uno más de tus suspiros.

Soy un quizás,
soy un tal vez,
soy un siempre
desconocido.

Soy una caja de sorpresas,
soy la punta de un alfiler.
Soy la tormenta y soy la calma.

Soy el sonrojo de tu tez.
La calidez de tus manos.
La humedad de tu boca.

Soy el mar, y soy la roca.
Soy todo a la vez.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Para levantarse con buen pie,


hay que dormir a pierna suelta.
Y es que a veces la mejor solución a tu caos, no es más que la de dormir entre la suavidad de las sábanas, el calor de una manta, y la suave protección de un edredón. Para viajar a mil lugares y traer de recuerdo una sonrisa fija que te ayude a comenzar un nuevo día. A continuar una semana. A acabar un mes.

Y seguir subiendo peldaños en la escalera de tus días.

Las cosas irán mejor, porque aunque a veces se me olvide,
Ya lo hacen.




"Si te das por vencido en invierno, te perderás la
primavera, el verano y el otoño".




miércoles, 20 de octubre de 2010

Demoledor

¿Alguna vez has hurgado en un corazón?
No son mariposas precisamente lo que te nace del estómago. Sino náuseas.

Cuando introduces tus dedos en la aorta, lo único que eres capaz de sentir,
es como tu cuerpo se retuerce a medida que el olor se adentra en tu tráquea.
Y sientes como la bilis hace puenting dentro de ti. Cómo sube y baja mientras tu indagas en el romanticismo del momento.


Tú eliges como ver las cosas. Como percibirlas, sentirlas o nombrarlas.
También decides cambiar de parecer.
Lo cierto es, que ya nadie sabe qué es cierto.
Qué no.

sábado, 16 de octubre de 2010

Entre alientos

La noche entra por mi balcón una vez más a hurtadillas. Y su excitante sabor a humedad sólo hace que me retuerza de ganas de estar fuera de aquí. De recorrer las calles y quedarme con sus cielos. De reír en el silencio de los callejones. De sentir esa sensación al ver el mundo a tus pies plagado de sombras y luces tenues. Pleno de historias, de sentimientos, de sensaciones.  De acostarme en la fría piedra, en el suelo y llenarme los ojos de estrellas.

De pensar en otro escenario. Porque las noches de humedad siempre revolucionaron  mis instintos. Me hacen pensar en tantas cosas, percibir tantos exquisitos matices. Que es un pecado no estar ahí afuera probando nuevos sabores y degustando nuevos aromas.

Mi cabeza en este momento, escandalizaría a cualquier visitante.

...



No quiero ser para ti también un espejismo.
Pero tampoco sé si quiero ser tu realidad.


Let me try it.

sábado, 2 de octubre de 2010

Y se escucha en la radio:

Miedo.
De volver a los infiernos.
Miedo a que me tengas miedo.
A tenerte que olvidar.

Miedo.
De quererte sin quererlo.
De encontrarte de repente.
De no verte nunca más.

Miedo - M Clan.


Y me hace pensar que quizás hoy mi único miedo sea el de no tener otra opción que la de sobrellevar las consecuencias.
Una taza de café tras otra.
Días calurosos y lluvia intermitente.
Momentos preciados.
Y recuerdos por cada rincón, recuerdos felices.

Sonrisas... y silencios.
Aunque las sonrisas los aventajen por muy poco.

Si no hay coherencia, ata tú los cabos.
Porque yo hoy no quiero pensar,

Escríbeme con amor, deséame lo mejor.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Y bueno...

Aquí estoy. Es por la tarde pero todavía entra la suficiente luz por la puerta del balcón como para hacer reflejos incómodos en la pantalla del portátil. Escucho la radio y veo las fotos que saqué en Alemania y que por falta de tiempo aún no he compartido. Fotos de entornos tan bonitos que me daba reparo compartirlas por miedo a que otros pudieran adueñarse de mis recuerdos. Obviamente ese sentimiento maternal morirá pronto y cuando reuna la suficiente voluntad compartiré todas las fotos por flickr o así.

Hace tan solo unos minutos tenía los oídos llenos de los berridos de mis hermanos. Para mi desgracia, no basta con que todos en esta casa tengamos un tono de voz elevado (estruendoso en ocaciones) y un temperamento altamente inflamable. No. También tengo que estar sin puerta para poder disfrutar mejor de los espectáculos. ¿Qué como puedo estar sin puerta en mi habitación? ¿Que si así no tengo intimidad? Bueno... en casa nunca tenemos por costumbre cerrar las puertas. Siempre están casi todas las puertas de la casa abiertas, y eso en cierta manera nos hace sentir que no tenemos nada que esconder. Pero, qué cierto es ese dicho que dice que la confianza da asco. Mis hermanos (4 hermanos:3 hermanas y un hermano) -todos menores- no son "confianzudos", pero sí pesados con ganas. Y escandalosos, casi tanto como yo. Y este es uno de los momentos en los que me encantaría llenarles la boca a cada uno con calcetines. Sería bastante grato no escucharles gritar, discutir y reír incansaaaaaaaaaaaaaaablemente mientras intento relajarme y desconectar.

Bueno, lo de la puerta. Digamos que otro dicho que se cumple a rajatabla en mi casa es el de "en casa del herrero, cuchara de palo". Y es que mi padre se dedica a la construcción, y mi casa lleva casi un año esperando a terminar las reformas. El baño de la planta de arriba está a medio, falta pintar algunas cosas, arreglar la terraza, yo no tengo puerta, la de mis hermanos pequeños (8 y 10 años) cuando se cierra se tranca, y sí, está guay en realidad encerrarlos durante un rato,pero es latoso luego de abrir. Mi madre, como buen miembro de la familia, también lo cumple rígidamente. Digamos que es muy polifacética ( a veces me gusta pensar que me parezco a ella en eso), ha sido durante mucho tiempo costurera, agente inmobiliaria y masajista. Y para todo ello ha tenido que estudiar durante mucho. Digamos que esas pueden ser sus ocupaciones oficiales más llamativas pero la verdad es que hace absolutamente de todo. ¡La cuestión! Que, mi casa está siempre llena de ropa pero no es que toda esté totalmente arreglada y vayamos todos siempre como un pincel.Tampoco recibimos masajes todos los días, desgraciadamente. Supongo que todo eso se debe a que cuando estamos en casa, en la comodidad del hogar, lo menos que apetece es hacer lo que tenemos que hacer por obligación todos los días. Realmente, no nos apetece hacer nada.


Y aquí me hallo, sin puerta, la cama llena de ropa, la habitación hecha un total y absurdo caos y yo como si nada escribiendo ideas absurdas sobre refranes y aplicándolos a mi vida.

Me gustaría escribir algo más interesante. Algo profundo y pintarlo de cálidas metáforas para hacer que quien me lea se sienta menos solo con mis palabras. Para hacer sonreír, reír, incluso llorar si hiciera falta. Pero hoy prefiero ser clara y limitarme a darle ese gusto real a mi vida, ese que algunas veces pierde por culpa de mis ensoñaciones.

Ah sí, ultimamente estoy algo bipolar. No sé, no lo comprendo muy bien del todo, pero son altibajos que achaco al cambio de rutina y a las nuevas experiencias ( a alguien hay que echarle la culpa ¿no?). En clase, o estoy sumergida en la explicación de los profes y me motivo muchísimo, o me siento mal y no puedo concentrarme en absoluto. Y me ocurre lo mismo con los tíos. A lo mejor un día uno me llama mucho la atención y me parece tierno y encantador y al día siguiente me da lo mismo. Otras me parecen bordes, y luego de repente, se les enciende la luz y pueden ser dulces o pueden llegar a encender mis sentidos.Otras, me limito a pensar que son gilipollas, y yo con ellos por haber pensado que podrían llegar a ser toda esa sarta de halagos. El mundo de la psique masculina... es muy extraño e inhóspito.
Aunque ultimamente tenga las hormonas revolucionadas, y ellas también sufran altibajos hoy he podido descubrir que... hay de todo. Que no todos los tíos tienen los mismos defectos aunque muchos de ellos tengan defectos comunes. Unos entienden mejor a las tías y otros prefieren entenderse mejor a sí mismos. Y citaría ahora algo que me dijo hace un rato un amigo, algo así como que cuando estás con alguien quieres que esa persona esté bien contigo, y por ello te preocupas en atender sus necesidades, en hacer lo posible porque esa persona se sienta bien. En aprender de ella, esforzarte por entenderla y por hacerle el menos daño posible. Y definitivamente hay tíos que eso no lo tienen subrayado en su diccionario. Que lo que les importa realmente es satisfacer sus propias necesidades y por ello acaban haciendo daño a las personas que están a su alrededor, y más en concreto a las que se preocupan por ellos.

Bueno, cada cual acabará siendo como le moldeen las circunstancias.
A vivir pues.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Revoltijo

Hace ya mucho tiempo que no dejo huella por aquí. Pido disculpas.
Este verano ha sido intenso. Muy muy muy intenso, y quizás por ello siempre que comenzaba a dejar caer unas palabras, éstas se entrecruzaban. Se confundían, corrían y salían en estampida de la idea en la que las tenía retenidas contra su voluntad.

Creo que como todavía no me encuentro envuelta totalmente en la rutina, sigo sin poder desfragmentarme bien. Las palabras se creen rebeldes. Es como si las pudiera ver mirarme con ojos desafiantes y una sonrisa ladeada apunto de explotar a carcajadas en mi cara.

Esto se vuelve complicado. Pasan los minutos y sigo perdiendome por el Amazonas sin poder expresar nada de lo que quería en un principio.

Este verano he hecho un viaje, he estado un mes en Alemania. Y sólo Dios... todo el mundo sabe ya cuánto voy a echar de menos este mes. Podría escribir un libro. Incluso intenté varias veces tratar de escribir todos los días un poquito sobre los inmensos flujos de nuevas sensaciones que me bombardeaban.
Pero fue en vano. No tenía tiempo de dejar de sentir para plasmarlo.

En un mes, he conocido tanta gente. Personas tan diferentes y todas tan abiertas. Todo el mundo me sorprendió muchísimo. Siempre he hablado de que mis primeras impresiones suelen ser totalmente lo contrario a la realidad con la que me encuentro cuando conozco a las personas. No por ello quiero decir que me caerán bien las personas a las que ahora no puedo tragar. Lo sentimos. Si eres intragable, problablemente lo seguirás siendo por los siglos de los siglos. La cuestión es que, allí en Münster, en Kapito, todo el mundo acabó por sorprenderme para bien. Mi estancia en Münster fue un cóctel de sorpresas. El lugar, las personas, el ambiente... todo tenía un encanto oculto. Realmente tengo ganas de contar cada anécdota. De hablar y hablar sobre cada una de las personas que conocí. Pero se me hace tan eterno... dudo que nadie tuviera las fuerzas para leerme además de que aún así puede que no fuera capaz de explicarlo en su totalidad. ¿Quieres saberlo? Sí. Me tendrás hablando y hablando de las cosas que vi, las que hice y la gente que conocí. Pero si realmente quieres sentirlo, tendrás que cortar en pedacitos esta sensación que se ensancha en el pecho, en la boca del estómago.

Supongo que cuando lo tenga más frío, seré capaz de hablar mejor.

No sé cuantos veranos me queden ni cómo serán. Pero sé que este siempre tendrá ese dulce sabor.
Y no quiero que se me apaguen las imágenes de Münster. Conmigo sus olores y sus sabores.

Todas las veces que ese hormigueo se adueñó de mi cuerpo.

domingo, 8 de agosto de 2010

No estoy fuera de cobertura

No he dejado de escribir ni de sentir.

El Universo sabe que mi corazón sigue latiendo, que se sorprende todos los días. Que se me encoge un poco, cada mañana. Qué crece más y más.

Que no me olvido de nadie y que estoy conociendo a todo el mundo.

Que quizás estoy empezando a creer, en lo que nunca creí que podría creer .


Porque aún estoy en Münster.

miércoles, 7 de julio de 2010

Dedícatelo




Si el gris que te rodea apaga los días
convirtiendo el Sol en ceniza,

ven conmigo.
Dame la mano. Haremos puenting al vacío.
Con sólo música en los oídos y una sonrisa atada a los labios.
Mi lengua te custodia y mis brazos te enredan en el Hoy, el Mañana, y un Ayer que no existe.
Sube conmigo hasta la planta más alta.

En el frío suelo.
Mírame. Calla.
Tengamos las estrellas como salvapantallas,
como testigos del calor que se escapa.

De tu preso aliento
que contamina el silencio.

Una noche más.

viernes, 25 de junio de 2010

Ascuas

Hará hoy un tiempo, quizás unos meses, que no me sentía tan libre a la hora de actuar. Esa puede ser en esta ocasión, la expresión más acorde aunque no sé si la más precisa.
Definitivamente, la manera que he empleado hasta ahora para reaccionar a ciertos estímulos no ha sido ni por asomo, la más acertada. Es más, creo que ella en sí ha sido la causante de muchos de mis nudos mentales y quebraderos de cabeza.

Por costumbre, siempre seguía la misma pauta. Al comienzo,  intentaba no ilusionarme recurriendo a argumentos tales como incidentes fortuitos, casualidades o malentendidos. Negaba al mundo, y sobre todo a mí misma, las cosas buenas que ocurrían y las trataba con una forzada indiferencia. Creía que esta era la mejor manera para que de haber una decepción, fuera menor o menos pronunciada. El problema era,  que la mayoría de las veces, lo que al principio me costaba creer o afirmar, de repente era rápidamente asumido. Y una vez asumes algo, poco tardas en embalarte.

Supongo que siempre he tenido la mala afición del reto. La de decir las cosas de manera agresiva cuando pretendía que la otra persona me afirmase o me negase cualquier cosa. Siempre me iba al lado de las dificultades, las asumía aunque no fueran inminentes para estar precabida, y una vez expuesto el reto, si las cosas se tornaban difíciles, ahí estábamos nosotros con el escudo en mano. Si en cambio seguían otro camino, aprenderíamos a actuar y nos alegraríamos de habernos equivocado. A veces puede resultar muy útil este hábito, otras, solo supone un molestia añadida.

Mi problema realmente, creo que ha sido el aferrarme demasiado a las ilusiones. Siempre soñando, divagando, imaginando, creando y distrayéndome. ¿Cómo tras vislumbrar una fulgente ilusión, no saltar y atraparla con ambas manos? Y guardármela en el pecho hasta que se fundiese conmigo. Cuando ves una de esas pequeñas lucecitas, es imposible ignorarlas y no querer correr tras ellas para tenerlas siempre contigo.

¿Y sabes qué es lo que me ha pasado siempre?



Que mis ilusiones han sido como esas pequeñas ascuas que saltan del fuego. Esas masas incandescentes, abrasadoras, que brillan y me llenan de calor. Que caen sobre mí, de repente, sin ningún tipo de aviso iluminándolo todo a su paso. Y yo, aunque al principio podía tener miedo de quemarme o deslumbrarme. Miedo de que no fuese real o de que lo fuese demasiado. Acababa por querer coger las ascuas con las manos y sentir su calor. Quizás, tenía miedo de que se pudiesen apagar, y quería tenerlas cuanto antes entre mis dedos. Al final, cuando me decidía a cogerlas, las ascuas ardían sobre las palmas de mis manos, pero minuto a minuto se volvían más y más blancas. El calor se empezaba a ahogar entre mis manos forradas de piel humana y dejaban de arder con la anterior intensidad. Se consumían. Se convertían en cenizas y poco después, lo que habían sido incandescentes ilusiones, se tornaban a un polvo fino y ceniciento.



Así transcurría la historia de mis más ardientes ilusiones, todas reducidas al polvo por tocar mis manos. Por aferrarme demasiado a ellas hasta el punto de acabar por ahogar su calor.



He descubierto que hay cosas a las que no puedes aferrarte desde un comienzo porque realmente es difícil tener una idea acertada de como son las cosas o como podrán ir. Que a veces, vale más disfrutar del calor de la hoguera, que albergar su esencia entre tus manos.



Que las ilusiones, deberían ser como las estrellas y no como las ascuas. Deberíamos poder disfrutar siempre de su luz sin tener la oportunidad de apagarlas. Que siempre estuvieran a buen resguardo en un lugar donde pudiésemos observarlas sin hacerles ningún perjuicio. Y las sintiéramos nuestras. Sintiendo su luz cada una de las noches. Sabiendo vivir cuando toque bajo techo sin poder presenciarlas pero siendo siempre consciente de que están ahí fuera, en alguna parte mostrando su luz.



Así es como debo atrapar yo a las ilusiones. A distancia, con tiempo, con calma. Dejándolas arder eternamente hasta que un día cualquiera una de ellas llegue hasta mí fugazmente. Y entonces entender que las luces que veía y el calor que sentía, realmente tenían forma. Si no la que yo esperaba, otra totalmente válida.



Las ilusiones hay que guardarlas en frasquitos de cristal. Y seguir con tu día a día para que cuando no sepas qué haces ni porqué lo haces, puedas recurrir a ellas. Y volver a empezar. Otra vez, una vez más. Las que hagan falta.

miércoles, 16 de junio de 2010

Calm


Era de madrugada, quizás las agujas bailaban sobre las cinco y media, aunque de eso no tengo certeza. De lo que sí tengo una clara imagen, es de haber pasado un tiempo eterno sentada sobre la cama. Apoyada contra el cabezal , con las piernas flexionadas y mis brazos rodeándolas, dirigiendo la mirada al frente, hacia la puerta del balcón, aunque en realidad, mis ojos no miraban a ninguna parte. Estaban en blanco.


Oía el sonido que causaba el roce de los neumáticos con el asfalto, el ruido de aquellos que empezaban el día antes que el resto, dirigiéndose a cualquier lugar distinto de donde yo me encontraba. Cómo se oía el motor cada vez más cerca, como de repente; desaparecía. El murmullo de la cortina, balanceándose con la brisa fría que llegaba hasta la esquina de mi cama, que reptaba sobre la manta, y llegaba a mis pies, encogidos sin razón.


¿Y en qué pensaba?


No pensaba. Cualquier atisbo no sería más que una sensación ligada a cómo transcurría el tiempo agarrándose a ese silencio, con fuerza, con vigor... con agonía para no convertirlo en cristales rotos.


El aire fresco seguía entrando por la puerta del balcón, con más intensidad cada vez. Cerré los ojos, inspiré. Inspiré la noche hasta que el frío entró en mis pulmones y mis parpados volvieron a alzarse, lentamente. Se hacía de día.


Dejé caer otro suspiro de mis labios, y miré al espejo desde dónde estaba. Un espejo casi tan alto como yo erguida, apoyado por sus pequeñas patas en el suelo, largo, con su marco negro de madera bordeando su magia. Miré al espejo, y vi mi reflejo. Mi cara parecía suave, por el aire frío que había cerrado todos mis poros. Los pómulos se pronunciaban por el sello de mi boca, los labios presionados. Los ojos, enmarcados en una mirada distante y despreocupada. Mis cabellos se mecían con el viento mientras me inclinaba a mirar a la chica que me miraba sin mirarme, desde el espejo. No fui capaz de sostenerle la mirada por mucho tiempo más, así que la devié al frente, ya era de día.


Me froté las rodillas y los brazos, buscando provocarme calor, cerré los ojos fuerte y volví a inspirar. Estiré las piernas y me erguí, abriendo la cortina con una caricia y saliendo a la fría mañana, a saludar al Sol.


Quizás el resto, será otra historia. Una para escribir con otra pluma, próximamente.


PD: La imagen es mía, privilegios de la azotea.

viernes, 4 de junio de 2010

Change

¿Te has dejado ir?

Se podría decir que me he lanzado directamente contra el espejo...

sábado, 22 de mayo de 2010

Habitación individual


A veces, las dudas existenciales te asaltan de repente, sin importarles dónde estás o qué estás haciendo.Así, puede ocurrir mientras estás sentada en la guagua, llendo a clase por la mañana, mirando a través de los cristales.


Te preguntas, porqué aún no has encontrado eso por lo que siempre has esperado. Porqué las personas cuando nos sentimos solas, creemos que hayaremos la felicidad si encontramos a alguien que nos acompañe, nos reconforte y nos guie. Porqué aún teniendo el cariño y afecto de nuestra familia y amigos, nos sentimos incompletos por no tener con nosotros a ese alguien.


¿Quién fue el que dictaminó que debíamos dividirnos en parejas? ¿Quién empezó con las establecidas ideas de romanticismo y finales felices? ¿Y lo de que el verdadero amor es para siempre? ¿Verdadero amor?


Te aceptaré que me digas que estamos en parejas por una función reproductiva. Lo acepto, no lo comparto. Hoy día quien tiene pareja es porque quiere o por interés. No, no es por mantener la especie. O estás con alguien porque quieres, porque quieres a esa persona o te agrada, o simplemente porque inconscientemente crees que es lo que debes hacer para sentirte realizado. O lo haces por algún interés, ya sea social, económico o emocional (acabar con alguien que esté relacionado con la persona que realmente te importa por ejemplo). Pero... ¿quién más aparte de nosotros decide? Dejemos de lado los matrimonios concertados. ¿Hay alguna ley que nos asegure que estando con otra persona hayaremos la felicidad?


En este tema, el azar nunca ha estado de mi parte. Supongo que es justo por lo que me ha brindado en otros aspectos. Pero, no sé si sea quizás mi personalidad, las circunstancias, las personas con las que me he cruzado, o una mezcla fatal y explosiva de todos estos ingredientes.

El amor me ilusiona. Me hace tocar las nubes y ser si cabe más optimista. Pero una vez se rompen las ilusiones, sólo queda más del mismo sabor de siempre: decepción.


Y no sé cuantas decepciones pueda seguir aceptando con buena cara. Muchas personas quieren -y esperan- obtener lo que ellos desean, lo que anhelan. Pero, ¿para qué? De qué me sirve tener lo que me apetece, si me faltan cosas que necesito. El problema se encuentra, en que muchas veces no somos capaces de distinguir lo que realmente necesitamos de lo que queremos.


Si te sientes sólo y tienes la oportunidad de estar con alguien, quizás alguien que te agrada, pero que no es la persona que dejó su huella en tu pecho, ¿Qué harías? Seguro que esa persona sería capaz de calmar la sed de tu piel, pero ¿qué hay de esas otras necesidades? De esas, que sin tú quererlo, te han sido impuestas. Esa persona, no sería capaz de curarte las heridas porque tu pecho no lo permitiría. Es... cómo una especie de restricción.


Tu corazón es una fría habitación de hotel. Y en ella se van hospedando los huéspedes según se crucen en tu camino. Llegan, entran, salen. Algunos permanecen por una noche, unos meses, otros por años. Y cuando crees que el huésped está cómodo, cuando piensas que hará de tu habitación su hogar, entonces, se va, llevándose sus cosas poco a poco, para hacerte más largo el cambio y no dejar a nadie entrar mientras permanezcan sus enseres. A otros tienes que echarles, porque no pagan la habitación, tan sólo quieren aprovecharse.

La cuestión, es que cuando alguien está dentro de la habitación, da igual cuántos estén a las puertas, durmiendo en los pasillos o lavándose los dientes en el baño del recibidor. Porque ninguno podrá ocupar ese lugar. Nadie más por el momento podrá dormir en tu pecho.


Y no puedes ir por ahí deseando que alguien se fije en ti y te quiera, sería egoísta, porque quizás tú no serías capaz de corresponderle. ¿Por qué la gente sólo es capaz de mirar su propia miseria? Aveces podemos regar miseria ajena sin darnos cuenta. Hay que tener cuidado.
Yo no quiero que me hagan el gusto. No quiero que me concedan todo lo que me apetece. Quiero que me den lo que necesito. Aunque eso al principio me haga sufrir, aunque no sea capaz de aceptarlo o entenderlo. Me paso la vida cuestionando a los demás de forma directa porque muchas veces de esa manera, sé si mis expectativas, si mis intuiciones, están bien encaminadas. Si aveces puedo ser dura, o ser demasiado sarcástica con alguien, probablemente no sea porque quiera hacer sentir mal a alguien, hacer mi punto de vista el único válido o enjuiciar. Puede que sea, porque realmente quiero que las cosas no sean como las veo,y digo las cosas malas, y hablo de defectos... y ... soy pesimista y extremista porque quizás, lo que quiero, es que alguien me pare en seco, y me enseñe que estoy equivocada. Que me demuestre que las cosas no son tan extremas, que las personas salten, y me demuestren que no son como las percibo.
Ahora es uno de esos momentos, en los que hay muchas cosas a las que no les encuentro sentido alguno y de esos, en los que no puedo parar de hacerme preguntas y cuestionar cualquier cosa. Cuestiones que quizás en otro momento, no eran relevantes o nos parecían obvias.
Cómo entiendo a Alicia, teniendo que soñar con otros mundos en los que ella escribía una lógica y un orden distintos, porque no era capaz de entender los que tenían lugar en la realidad. Y aun así, seguía sin entender nada.
Let's pretend, decía. Let's pretend... "vamos a fingir".

lunes, 12 de abril de 2010

Aventuras.




Hoy es un día extraño.
Y no, por una vez no me refiero a mi estado anímico o al tiempo.


Esta mañana al levantarme, como todos los días, se me pasó por la cabeza el no escuchar a mi padre diciendo: ¡Nereida! ¡Qué es tardísimo! ¡Levántate ya! y como una rebelde, girarme hacia el otro lado cual carne medio asada y seguir durmiendo, plácidamente sobre la parrilla.

Pero mi padre seguía gritándome a mí y a mis hermanos, y mi madre le hacía los coros.
Dije: No venga, vamos. Como llegue tarde a lengua, Marina -la profe de lengua a la que le irritan las botellas de agua, los móviles y más que nada la impuntualidad- me mata. Y yo, quieras que no aunque acabe de cumplir 19 años, soy joven. No quiero morir aún. Menos a manos de algún Doctorado.

Así pues, me levanté. Busqué la ropa, metí los libros en la mochila y corrí escaleras abajo porque, efectivamente, era tardísimo -como de costumbre-. Por suerte, mi padre iba a la capital así que me ahorré un viaje en guagua y llegué a tiempo a la universidad. Para mi sorpresa, entendí algo en la clase de lengua. Y además, cuando casi me muero de la tos en clase y bebí agua Marina no sólo no me soltó el típico : ¿Es totalmente necesario e imprescindible beber agua en este momento? Sino que además cuando salí de clase para tomar aire y toser a gusto, me dijo: ¿Estás bien? Sí, es que me duele la garganta. La pobre. Toda considerada ella oye.

En clase de alemán debido a que quería hacer un par de cosas en la ciudad, pensaba en irme a la segunda hora. Pero como mañana y el viernes no tendré clase (reuniones y cosas suyas) aguanté como toda una valiente hasta la una.


Al salir, me fui a la Biblioteca del Estado e hice un buen desfalco. Saqué 4 dvds (2 de ellos eran series anime con 20 capítulos cada una, unas 9 horas cada pack de anime gratis, oh si). Además mi hermano pequeño llevaba meses pidiéndome ver esa serie en Internet. Obviamente, no tengo tiempo para mi, voy a tenerlo para él. Fue todo un hallazgo la verdad. Saqué también 5 tomos.

Y allí estaba yo, con la mochila a rebosar de material prestado, todo de golpe, por haberme penalizado una semana sin poder sacar nada. ¡Qué orgullo!

Mi siguiente parada fueron las tiendas de la calle comercial de Triana. Pero tras mirar y mirar, nada era lo suficiente suculento para que yo abriese mi cartera. Llegué entonces al otro extremo de Triana. "Plaza de las Ranas" allí, tras pasar por la Peregrina y entrarme ganas de sacar fotos a calles antiguas, llegué a la Biblioteca Insular, me hice socia (no lo era) y realicé otro desfalco. Quizás en menor medida. Saqué 2 tomos de una serie que pensaba mirarme algún dia con tiempo por Internet, y 3 manuales sobre escritura, coaching literario y narrativa.

Esperé otra guagua y volví a casa. De camino, saboree alguna que otra palabra de mis flamantes adquisiciones. Aterricé en dónde vivo, comí (4:10pm) y cuando fui a lavar mi plato... Aquello parecía más pocilga de lo normal. Todo estaba lleno de platos, calderos, cubiertos y un largo, pringoso y extenso etcétera. Así que como habíamos tenido un día aplicado, dimos ejemplo, y tardámos 1 hora y algo lavando y restregando loza. Descubrí que el mundo es como una cocina sucia, llena de trastos, desechos y comida (en buen y mal estado). No es que sea insufrible no, y sí, su estado es culpa nuestra. Pero aunque lo veamos todo asqueroso y nos entren ganas de tirar la cocina a la basura -no lo pruebes, no cabe en la papelera- tiene remedio. Sólo necesitas voluntad. Con eso y trabajo, puede ser un lugar ordenado, útil e incluso bonito.

Volviendo al tema, ¡Bien!, acabé [Tus ganas]. Vuelve mamá con la compra. Con toneladas de compra por colocar. Encima de que le hice café, que poco considerada.

Nada. Se te hacen las 6 limpiando, y no hay nadie en casa.


No hay nadie en casa.


¿Y qué, te preguntarás?

1. Somos 7 en casa. Somos 5 hermanos y mis padres. Bueno, y un cachorrito. Yo soy la hermana mayor. De todos, menos de mis padres.
2. Es lunes.
3. Te repito que estoy sóla en casa, un lunes.
4. Solaaaaaaaaaaaa...
5. "Yo" sola. Sólo yo.
6. Ni hermanos, ni padres, ni perro.
7. Mmmm sola.

Es raro (para mí) sí, pero ¿Y qué?

Pues:

1. La tele está apagada.
2. Puedo cerrar las puertas y casi parece que la casa está limpia (Nota: pero no las abras no te vayas a decepcionar)
3. Cada dos minutos no tengo a uno de mis hermanos al lado contandome qué se está echando por la tele, lo último que hizo Hanna Montana, con quién está saliendo qué Jonas Brother, preguntas sin respuestas sólo por afán de preguntar e interrumpirme o pidiéndome que mueva mi culo de la silla del ordenador, como no, en un tono amablemente agresivo.
4. (Y puede que lo más importante) Hay silencio. Hay silencio. No es que ame el silencio, puede llegar a ser incómodo y deprimente. Pero cuando vives a base de ruidos, aprendes a valorarlo.



Realmente, hoy he aprendido muchas cosas, he tenido un día productivo, y he tomado una decisión, que espero que no acabe en otra determinación más y con el tiempo, tenga sus frutos.

Atentamente, una loca al teclado.

sábado, 10 de abril de 2010

Tibia la luna,
Frío el ambiente.

Los corazones desolados ya corretean por todas partes.

Al creador de los cielos se le ha gastado el azul.
Pareciera, que sólo le quedase gris: ese blanco sucio, denso y lleno de humedad.


[ Días grises, de clases aburridas]

miércoles, 17 de marzo de 2010

Afuera


Te invitaría a venir conmigo a la aventura.
A vivir en todos esos sitios que siempre he querido visitar.

A ver todas las maravillas que sólo somos capaces de imaginar, y que una vez nos encontramos ante ellas, son capaces de robarnos el habla y hasta la respiración para sólo permitirnos contemplar y admirar.

Viajar...

Da igual cuantas veces te lo cuenten. Si te enseñan fotos, te traen regalos o te muestran cualquier vídeo. Nunca podrás equipararlo a la sensación de vivirlo por ti mismo. De estar ahí. De sentirte la persona más afortunada por ser capaz de ver, tocar y respirar otros aires, conocer otras personas, hablar y leer otros idiomas, conocer otras costumbres, otras culturas.
Todo de golpe.

Aprovecha todas las oportunidades que se pongan a tu alcance por enseñar a tus ojos otras realidades.


Te invitaría, pero si no estás preparado, tendré que irme yo sola.

Hoy, quiero crecer fuera.





[Foto by Jasha400d, http://www.sxc.hu/photo/1267357]

sábado, 27 de febrero de 2010

Aprender a volar


Ojalá saliera al balcón,
y se me volase el alma
para viajar y cuidar
[de tu corazón
todas las noches.


Ojalá la eternidad durara un poco más
para morir y renacer mil veces.
Para encontrarte en el camino
una y otra vez, y otra vez más
y vivir contigo las mil y una noches
cada 365 días reiteradamente.

Ojalá estas noches de aire caliente
no me recordaran tanto a ti
a tu espíritu tempestuoso
a tu miradas, y a tu sonreír.
No me recordaran tus risas
tus manos,
y el brillo
con el que tus ojos me miraban.


El mejor de mis sueños
fue realidad.
Y no lo supe distinguir
en el momento preciso.


Por eso voy a clases particulares,
para aprender a esperar.
Para creer en la vida,
en los sueños,
y en el amar.


Para aprender a curar.
Para aprender a respetar.


Para sobrevivir
sin el elixir de tus manos
y la droga de tu boca.
Para vivir sin tus palabras,
sin el roce de tus miradas
y el calor que provocan.


Para sobrevivir feliz
de haber conocido un sueño.
Y seguir hasta que el destino
vuelva a dejarte caer en mi camino.

Para anhelar sin morir.

Para aprender a vivir.

Si mi pecho tuviera un candado
moriría oxidado
sin la llave de tus dedos*

martes, 16 de febrero de 2010

Shadow


Quiero salir a verdes parajes para sonreír a las flores recién nacidas.


Y olvidarme de las sombras de mis días, y de mis noches.


De esta sombra que me priva de la luz ... y me llena de nubes la mente.



Mejor sola, hoy la fé se me cayó de los bolsillos.


viernes, 29 de enero de 2010

Si ya no está...

Mis días no tenían nada de peculiares. Casi todo el día solo hasta que ella volvía.
Hasta que volvía a casa. Solía volver a casa siempre sobre las nueve menos cuarto. Al llegar se oía el leve tintineo de las llaves, el pomo girando, y un suspiro que llenaba todo el salón. Abría aquél pequeño mueble que teníamos para colgar las llaves y que ella había pintado de amapolas y colgaba sus llaves, un ente compuesto por un 75% de llaveros y un 25% de llaves.

Después cansada se dirijía hacia la nevera a por una bebida, pero siempre que estuviera bien fría. Eso la complacía. Tan sólo a escasos metros (como en muchos pisos pequeños) se desplomaba sobre el sofá y se quitaba los zapatos. Encendía la tele y como todo le parecía aburrido, la dejaba encendida y se metía en el baño.

Ella sabía que yo me encontraba en la habitación de al lado pero me encantaba disfrutar de su ritual todas las noches. Mientras ella estaba en el baño, yo iba a la cocina, hacía algo de cena, no más que un par de sandwiches, una tortilla o arroz cuando intentaba impresionarla, pero siempre algo que estuviera acorde a mis dotes culinarias y mi poca imaginación ante los fogones.

Entonces yo me sentaba el sofá, me rascaba la barbilla y miraba la tele anonadado, sumido en mis pensamientos y en las ganas que tenía de que saliese del baño, llenando nuestro piso de vapor y me dedicase una de sus reconfortantes sonrisas.

De repente se oía como abría la puerta del baño y la esuchaba tarareando mientras salía con una toalla cubriéndole el pelo y uno de sus tan conocidos pijamas. Siempre me resultaban diferentes, o llevaba camisetas anchas con pantalones cortos y ajustados, o le daba más por las camisetas ajustadas y los pantalones anchos. No recuerdo por qué, siempre le atrajo la asimetría. Mientras venía al salón cargando con una de sus enormes sonrisas perfumaba toda la casa al completo. Cada rincón se impregnaba de su olor y era como si todo cobrase sentido para mi.

Llegaba me sonreía y volvía al baño, volvía sin la toalla, con el pelo húmedo si quieres llamarlo así, pero para mí estaba más que mojado. Su pelo despeinado, mojado y lleno de ondulaciones no hacía más que enmarcar su piel brillante y su frescura. Se sentaba a mi lado sin mirarme, como si no se hubiera dado cuenta de que estaba allí. Mechones de su pelo largo rozaban mis hombros y me mojaban. Podía sentir el roce de su piel, y no hacía más que aturdirme con aquel maravilloso olor a jabón.

A pesar de su estado húmedo, toda ella era siempre calidez. Ella y su imagen húmeda, cálida y su siempre agradecida sonrisa... eran todo lo bueno de mis días.

Cenabamos, nos mirábamos y pasabamos la noche acostados en el salón, con su cabeza en mi pecho y sus ojos robándome la vida cada vez que me miraba. Con ella no existían los inviernos.

Ahora, echo de menos que se lance al sofá. Echo de menos que me inunde su olor al entrar en casa. Que se acercara a mi con sigilo y me empapase con su húmeda melena. Acariciarla era una de las cosas que mejor sabía hacer. Sentir como su pelo y sus labios me erizaban la piel.


Como sus profundos ojos, me llenaban todo un día vacío.



Tan diferentes las perspectivas.

lunes, 18 de enero de 2010

Con la luna en mis palabras y tus ojos en las estrellas


Hoy es una de esas noches agradables. Una de esas noches en las que no hace frío ni calor, y es un placer estar fuera de casa bajo las estrellas.

Escribo desde el balcón. En una cálida manta sobre el frío suelo, en una de esas noches calmadas y calmantes en las que sólo me queda pensamiento para ti.

Tengo los pies descalzos y fríos, y las manos calientes bajo este abrigo.

Permanezco en silencio, no me gustaría romper la magia, y así mis oídos se llenan con los sonidos de la noche. El sonido de los coches pasar; el de los grillos; el sonido de las teclas al escribir y el de mi propia respiración pausada. También se escuchan murmullos a lo lejos, alguien que saldría un momento de casa, o por el contrario alguien que vuelve. Quizás es más de una persona. Los ladridos de los perros. Sus quejidos nocturnos capaces de llenar la noche de misticismo. E incluso el leve murmurar de mis propios latidos.


Prometí no volver a caer, no caer de nuevo en el saco de los corazones heridos. Y se me ha vuelto a escapar. Este maldito musculo traidor se ha vuelto a ir de mi para dejarme un hueco en el pecho, de esos huecos espantosos que se te notan si llevas una camiseta ajustada.


Me siento inmóvil e impotente bajo este imenso cielo lleno de estrellas. Me acuesto en el suelo boca arriba y se me llenan los ojos de negro azulado. ¿Y lo peor? Que no se me ocurre nada mejor para este instante que tenerte a mi lado. Nadie mejor que tu para apreciar cada diminuto detalle.


Ya no sé que decir o qué hacer. Cómo hacerte entender que tu manera de ser me ha cambiado el mundo y ha lavado mis pupilas de toda la tierra que le habia caido encima. Que nunca he visto con tanta claridad que es lo que quiero. Que no puedo borrarte de cada minuto que pasa.

Y que sería capaz de cualquier cosa por custodiar tu felicidad.

Que no tiene sentido pasarme horas diciendote lo importante que eres ni cuales son mis sentimientos, porque sé que nunca acabaría. Y es tal la intensidad que ni me doy cuenta de lo que escribo y una vez leido me asusta.


No se a dónde llevarán a parar las cosas.




Pero lo único cierto en este laberinto de preguntas y respuestas, lo susurra mi pecho a todas horas.

Tan sólo y hay que acercarse un poco, y dejarle hablar.