sábado, 22 de mayo de 2010

Habitación individual


A veces, las dudas existenciales te asaltan de repente, sin importarles dónde estás o qué estás haciendo.Así, puede ocurrir mientras estás sentada en la guagua, llendo a clase por la mañana, mirando a través de los cristales.


Te preguntas, porqué aún no has encontrado eso por lo que siempre has esperado. Porqué las personas cuando nos sentimos solas, creemos que hayaremos la felicidad si encontramos a alguien que nos acompañe, nos reconforte y nos guie. Porqué aún teniendo el cariño y afecto de nuestra familia y amigos, nos sentimos incompletos por no tener con nosotros a ese alguien.


¿Quién fue el que dictaminó que debíamos dividirnos en parejas? ¿Quién empezó con las establecidas ideas de romanticismo y finales felices? ¿Y lo de que el verdadero amor es para siempre? ¿Verdadero amor?


Te aceptaré que me digas que estamos en parejas por una función reproductiva. Lo acepto, no lo comparto. Hoy día quien tiene pareja es porque quiere o por interés. No, no es por mantener la especie. O estás con alguien porque quieres, porque quieres a esa persona o te agrada, o simplemente porque inconscientemente crees que es lo que debes hacer para sentirte realizado. O lo haces por algún interés, ya sea social, económico o emocional (acabar con alguien que esté relacionado con la persona que realmente te importa por ejemplo). Pero... ¿quién más aparte de nosotros decide? Dejemos de lado los matrimonios concertados. ¿Hay alguna ley que nos asegure que estando con otra persona hayaremos la felicidad?


En este tema, el azar nunca ha estado de mi parte. Supongo que es justo por lo que me ha brindado en otros aspectos. Pero, no sé si sea quizás mi personalidad, las circunstancias, las personas con las que me he cruzado, o una mezcla fatal y explosiva de todos estos ingredientes.

El amor me ilusiona. Me hace tocar las nubes y ser si cabe más optimista. Pero una vez se rompen las ilusiones, sólo queda más del mismo sabor de siempre: decepción.


Y no sé cuantas decepciones pueda seguir aceptando con buena cara. Muchas personas quieren -y esperan- obtener lo que ellos desean, lo que anhelan. Pero, ¿para qué? De qué me sirve tener lo que me apetece, si me faltan cosas que necesito. El problema se encuentra, en que muchas veces no somos capaces de distinguir lo que realmente necesitamos de lo que queremos.


Si te sientes sólo y tienes la oportunidad de estar con alguien, quizás alguien que te agrada, pero que no es la persona que dejó su huella en tu pecho, ¿Qué harías? Seguro que esa persona sería capaz de calmar la sed de tu piel, pero ¿qué hay de esas otras necesidades? De esas, que sin tú quererlo, te han sido impuestas. Esa persona, no sería capaz de curarte las heridas porque tu pecho no lo permitiría. Es... cómo una especie de restricción.


Tu corazón es una fría habitación de hotel. Y en ella se van hospedando los huéspedes según se crucen en tu camino. Llegan, entran, salen. Algunos permanecen por una noche, unos meses, otros por años. Y cuando crees que el huésped está cómodo, cuando piensas que hará de tu habitación su hogar, entonces, se va, llevándose sus cosas poco a poco, para hacerte más largo el cambio y no dejar a nadie entrar mientras permanezcan sus enseres. A otros tienes que echarles, porque no pagan la habitación, tan sólo quieren aprovecharse.

La cuestión, es que cuando alguien está dentro de la habitación, da igual cuántos estén a las puertas, durmiendo en los pasillos o lavándose los dientes en el baño del recibidor. Porque ninguno podrá ocupar ese lugar. Nadie más por el momento podrá dormir en tu pecho.


Y no puedes ir por ahí deseando que alguien se fije en ti y te quiera, sería egoísta, porque quizás tú no serías capaz de corresponderle. ¿Por qué la gente sólo es capaz de mirar su propia miseria? Aveces podemos regar miseria ajena sin darnos cuenta. Hay que tener cuidado.
Yo no quiero que me hagan el gusto. No quiero que me concedan todo lo que me apetece. Quiero que me den lo que necesito. Aunque eso al principio me haga sufrir, aunque no sea capaz de aceptarlo o entenderlo. Me paso la vida cuestionando a los demás de forma directa porque muchas veces de esa manera, sé si mis expectativas, si mis intuiciones, están bien encaminadas. Si aveces puedo ser dura, o ser demasiado sarcástica con alguien, probablemente no sea porque quiera hacer sentir mal a alguien, hacer mi punto de vista el único válido o enjuiciar. Puede que sea, porque realmente quiero que las cosas no sean como las veo,y digo las cosas malas, y hablo de defectos... y ... soy pesimista y extremista porque quizás, lo que quiero, es que alguien me pare en seco, y me enseñe que estoy equivocada. Que me demuestre que las cosas no son tan extremas, que las personas salten, y me demuestren que no son como las percibo.
Ahora es uno de esos momentos, en los que hay muchas cosas a las que no les encuentro sentido alguno y de esos, en los que no puedo parar de hacerme preguntas y cuestionar cualquier cosa. Cuestiones que quizás en otro momento, no eran relevantes o nos parecían obvias.
Cómo entiendo a Alicia, teniendo que soñar con otros mundos en los que ella escribía una lógica y un orden distintos, porque no era capaz de entender los que tenían lugar en la realidad. Y aun así, seguía sin entender nada.
Let's pretend, decía. Let's pretend... "vamos a fingir".