sábado, 6 de diciembre de 2008

Silencio.


Me voy. Hoy quiero salir. Quiero coger una mochila y llenarla hasta los topes: una cámara, una libreta, boli, el móvil, el mp4, mis libros por leer. Me llevaré las gafas, por si acaso. Me llevaré una foto. Un abrigo, una bufanda, una botella de agua, dinero. Mis zapatillas desgastadas que tanto me han acompañado, como privarlas esta vez. Llevaré conmigo mis colgantes, mis pulseras. Me pintaré los ojos. Antes de salir releeré todas mis cartas.

Entonces pasaré el umbral de la puerta de mi casa, saldré al pasillo, y sin pararme a mirar abriré la puerta que da al exterior. Estoy fuera. Quiero salir. Ya no son paredes lo que me encierran. Tengo que ir lejos. Me pongo los auriculares y continúo.
Se me acelera el pulso, comienzo a caminar más rápido. Siempre estoy mirando al frente, pero estoy harta de ver siempre lo mismo. Quiero cambiar, quiero viajar, conocer.

Quiero no tener que volver hablar. Quiero seguir al silencio. Aislarme el tiempo necesario.
Necesito salir de la monotonía a la que me han condenado. Necesito el mar. Necesito el campo. Reventaré.

Me dirijo una vez decidido al medio de transporte más cercano y barato. Una parada de guaguas.
Aun es muy temprano, las 7:35 de la mañana. Cogeré el próximo sarcai que se dirija más lejos. Allí volveré a coger otro, hasta que me harte. Comenzaré a fotografiar todo lo que vea, traigo conmigo todas las tarjetas de la casa. Suficiente espero. No abriré los labios. Me limitaré a observar. Hay tantas cosas que aún no he visto.

He llegado al campo. ¿Dónde exactamente? No lo sé. Solo sé que está muy muy verde, que no hay cobertura y que sería lo más sencillo del mundo perderse. Pequeños pueblos. Casas todas iguales, todas dispersas, preciosas. Llenas de color, de frescura, de naturaleza. Calles de piedra, fría y húmeda. Y más abajo, el barranco, las colinas, las montañas.

Son casi las once y está empezando a lloviznar, menos mal que me me traje el abrigo. Será mejor que me resguarde o la mochila comenzará a soltar chispas. Me pongo bajo un árbol, me seco la cara y saco la libreta, necesito escribir. Aunque se moje, se rompa el papel... necesito escribir. Escribir hasta que ya no quede tinta. Mi voz ya no tiene uso. Sigo escribiendo y cuando me doy cuenta estoy jadeando. El frío es mayor y raros son los pocos rayos que traspasan las nubes. Un dolor punzante me golpea la cabeza. Estoy mareada. Miro la libreta detenidamente. Páginas y páginas. ¿Cuando escribí yo tanto? El tiempo aumenta mis delirios. Traidor, no me condenes a tus trances, ya tengo bastante con lo mio. Miro la hora, la una y media y sigo mareada. Me recuesto sobre el árbol y respiro...


[*TBC]

5 comentarios:

  1. WHAT.THE.FUCK!!

    Nereeeidaaa!! Cada día me sorprendes más. Y cada día me haces que sea mas deprimente al saber que escribo peor que tu.

    Bah, cariño, que te quiero, y que eso lo tenemos que hacer nosotras algun dia =)

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  2. AY AY AY AY!!!!
    ME ENCANTAAAAAAAAA!!! De verdad, me ha gustado muchisimo *.* quien pudiera hacer eso... salir y olvidarse de todo...
    Me he imaginado la escena del campo y todo *.* aiins


    Ya sabes, a escribir asi!! ÒwÓ

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  3. Si algún día te da por largarte así, te acompañaré, pues alguien tendra que hacerle soco a ese papel que se mojará y se romperáa! (L) oH Oh! jaja (K) Me gusto fleeje!

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  4. Wow! Gran plan el de irse por ahí a ver mundo. Desvincularse de todo de vez en cuando(gente incluída) suele ser sano y revelador. Salu2!

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