lunes, 6 de septiembre de 2010

Revoltijo

Hace ya mucho tiempo que no dejo huella por aquí. Pido disculpas.
Este verano ha sido intenso. Muy muy muy intenso, y quizás por ello siempre que comenzaba a dejar caer unas palabras, éstas se entrecruzaban. Se confundían, corrían y salían en estampida de la idea en la que las tenía retenidas contra su voluntad.

Creo que como todavía no me encuentro envuelta totalmente en la rutina, sigo sin poder desfragmentarme bien. Las palabras se creen rebeldes. Es como si las pudiera ver mirarme con ojos desafiantes y una sonrisa ladeada apunto de explotar a carcajadas en mi cara.

Esto se vuelve complicado. Pasan los minutos y sigo perdiendome por el Amazonas sin poder expresar nada de lo que quería en un principio.

Este verano he hecho un viaje, he estado un mes en Alemania. Y sólo Dios... todo el mundo sabe ya cuánto voy a echar de menos este mes. Podría escribir un libro. Incluso intenté varias veces tratar de escribir todos los días un poquito sobre los inmensos flujos de nuevas sensaciones que me bombardeaban.
Pero fue en vano. No tenía tiempo de dejar de sentir para plasmarlo.

En un mes, he conocido tanta gente. Personas tan diferentes y todas tan abiertas. Todo el mundo me sorprendió muchísimo. Siempre he hablado de que mis primeras impresiones suelen ser totalmente lo contrario a la realidad con la que me encuentro cuando conozco a las personas. No por ello quiero decir que me caerán bien las personas a las que ahora no puedo tragar. Lo sentimos. Si eres intragable, problablemente lo seguirás siendo por los siglos de los siglos. La cuestión es que, allí en Münster, en Kapito, todo el mundo acabó por sorprenderme para bien. Mi estancia en Münster fue un cóctel de sorpresas. El lugar, las personas, el ambiente... todo tenía un encanto oculto. Realmente tengo ganas de contar cada anécdota. De hablar y hablar sobre cada una de las personas que conocí. Pero se me hace tan eterno... dudo que nadie tuviera las fuerzas para leerme además de que aún así puede que no fuera capaz de explicarlo en su totalidad. ¿Quieres saberlo? Sí. Me tendrás hablando y hablando de las cosas que vi, las que hice y la gente que conocí. Pero si realmente quieres sentirlo, tendrás que cortar en pedacitos esta sensación que se ensancha en el pecho, en la boca del estómago.

Supongo que cuando lo tenga más frío, seré capaz de hablar mejor.

No sé cuantos veranos me queden ni cómo serán. Pero sé que este siempre tendrá ese dulce sabor.
Y no quiero que se me apaguen las imágenes de Münster. Conmigo sus olores y sus sabores.

Todas las veces que ese hormigueo se adueñó de mi cuerpo.

2 comentarios:

  1. Como siempre, me encanta como escribes, Neri! >.< las palabras hablan solas ~

    Yo también echaré muchísimo de menos Münster y a toda la gente de Kapito, fue tan genial que cuando llegó el día de volver recuerdo nuestras caras cuando íbamos dejando la ciudad, y al llegar al aeropuerto... y ya en Gran Canaria, la misma sensación extraña T.T

    Espero que volvamos todos el año que viene, seguro que nos vuelve a sorprender ^^

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  2. Eso es un verano y lo demás son cuentos (chinos).
    Yo este verano he conocido a dos garrapatas que se han instalado en mi alfombra y un helecho que ha caído del piso de arriba.
    Siempre suyo
    Un completo gilipollas

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