lunes, 27 de abril de 2009

Cálido.


Aún recuerdo cuando escribí este poema, dónde y por qué. También recuerdo que fue tras la lectura de un gran poeta chileno que desgraciadamente ya no nos acompaña en nuestros días. Sus profundos poemas han llegado a oídos de todos marcando sus versos en cada poro de nuestra piel. Imposible no conocer uno de sus versos más famosos que reza:

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.

Implacables los versos de Neruda que se recopilan en su obra Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Su lectura, junto a una cálida tarde y a mi fijación por expresar al mundo los sentimientos más espontáneos y por conservar cada uno de tus recuerdos me llevo a escribir algo diferente. Simplemente un acercamiento a poder ilustrar con palabras fugaces segundos, quizás minutos en los que mi atención se volcó en tu figura, queriendo traspasar tu cuerpo. Este poema no es mejor ni peor que cualquier otro que haya escrito, tan solo diferente. Y solo por ser diferente merece que lo ponga aquí.


19.02.09

Tibio.

Como las veraniegas tardes percibo tu cuerpo.

Te observo cuando tus ojos caen rumbo al suelo
y apoyado se alzan tus hombros.


Dubitativo.
Dueño de la insatisfacción y presa del silencio.

No eres consciente de los movimientos de tus manos
ni de la encarnizada lucha que corre entre tus dientes y tus labios.


El vacío te golpea el pecho,
mientras una extraña sensación te invade.

Una falsa paz y un desconcierto se suman en tu persona.
Desaparecen las ganas.

Tu voz se apaga nuevamente
y cuando toma impulso
es como si hasta ella dudase de su mera existencia
y sólo se encuentran en tí ecos.

Ecos de las palabras que salieron de tu pecho
y nunca llegaron a rozar tus labios.
Pensamientos que en tí se ocultan
y
de los que ni tú mismo albergándoles eres fiel a ellos.

El silencio que guardas te libra
de las mil y una amarguras que pueden causar las palabras,
pero te privan a su vez de las delicias mismas.


¿Cómo vives sin sabor muchacho,
cuando mi lengua arde por probar el cielo de tu boca?

Las sonrisas que por ti nacen saben más dulces.
Tus miradas prolongan la efímera vida
de las mariposas que me nacen bajo el pecho,
alborotándolas incesantes por salir de mi boca.

El perfume de tu piel se adentra en mí

creando adicción y dependencia.
Adormeciéndome en la más dulce sensación,
tanto que me hace creer que capaz sería de vivir
con tan solo respirarte.


Y en ocasiones me pregunto
porqué mis ojos te observan.
Y como a muchas preguntas,
quedo yo sin respuesta.

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