lunes, 18 de enero de 2010

Con la luna en mis palabras y tus ojos en las estrellas


Hoy es una de esas noches agradables. Una de esas noches en las que no hace frío ni calor, y es un placer estar fuera de casa bajo las estrellas.

Escribo desde el balcón. En una cálida manta sobre el frío suelo, en una de esas noches calmadas y calmantes en las que sólo me queda pensamiento para ti.

Tengo los pies descalzos y fríos, y las manos calientes bajo este abrigo.

Permanezco en silencio, no me gustaría romper la magia, y así mis oídos se llenan con los sonidos de la noche. El sonido de los coches pasar; el de los grillos; el sonido de las teclas al escribir y el de mi propia respiración pausada. También se escuchan murmullos a lo lejos, alguien que saldría un momento de casa, o por el contrario alguien que vuelve. Quizás es más de una persona. Los ladridos de los perros. Sus quejidos nocturnos capaces de llenar la noche de misticismo. E incluso el leve murmurar de mis propios latidos.


Prometí no volver a caer, no caer de nuevo en el saco de los corazones heridos. Y se me ha vuelto a escapar. Este maldito musculo traidor se ha vuelto a ir de mi para dejarme un hueco en el pecho, de esos huecos espantosos que se te notan si llevas una camiseta ajustada.


Me siento inmóvil e impotente bajo este imenso cielo lleno de estrellas. Me acuesto en el suelo boca arriba y se me llenan los ojos de negro azulado. ¿Y lo peor? Que no se me ocurre nada mejor para este instante que tenerte a mi lado. Nadie mejor que tu para apreciar cada diminuto detalle.


Ya no sé que decir o qué hacer. Cómo hacerte entender que tu manera de ser me ha cambiado el mundo y ha lavado mis pupilas de toda la tierra que le habia caido encima. Que nunca he visto con tanta claridad que es lo que quiero. Que no puedo borrarte de cada minuto que pasa.

Y que sería capaz de cualquier cosa por custodiar tu felicidad.

Que no tiene sentido pasarme horas diciendote lo importante que eres ni cuales son mis sentimientos, porque sé que nunca acabaría. Y es tal la intensidad que ni me doy cuenta de lo que escribo y una vez leido me asusta.


No se a dónde llevarán a parar las cosas.




Pero lo único cierto en este laberinto de preguntas y respuestas, lo susurra mi pecho a todas horas.

Tan sólo y hay que acercarse un poco, y dejarle hablar.

2 comentarios:

  1. me sigue gustando mucho como escribes, no se, sera la forma de hacerlo o las palabras que utilizas... me encanta, Neri >w<

    Por cierto, la imagen tambien mola mucho *.*

    Un saludo! ^w^

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