
Llovió. Intensamente.
La lluvia se convirtió en mi espejo. Como los sentimientos, las gotas cada vez más grandes y concisas, me golpeaban la cara precipitándose contra mis pestañas. Contra mis manos, contra mi pelo, mis labios.
Y vi como corrían los torrentes, como fluía el agua.
Sentía esa humedad en la piel.
Aun no comprendo como pasé del frío al calor. Como pude sentir la calidez en contacto con el frío de la lluvia.
Quizás siempre me ocurre igual, y soy capaz de aguantar el poco calor que me entregues a pesar de todo el frío que me des.
Vivir entre la humedad que tanto me recuerda a... tu boca.