a lo que guardas con recelo
bajo el mate de los botones
que encierran tu camisa.
Que pienso hurgar con los dedos.
Tropezar con tristezas y alegrías
rompiendo telarañas.
Trapecista en tus cornisas.
Y tirarme de cabeza al precipicio de tus manos
que al colgar de tu sonrisa,
me deshago en golondrinas
que dispersan mi pecado.
Que llevan a tus ojos
el brillo del que siempre hablan mis labios.
Que ahora no lo quiero.
Que a veces no me es grato.
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