Hoy no tengo ganas del mundo.
Es de esos días que empiezan mal: te despierta alguien para pedirte un favor y encima te corta un buen sueño que no puedes retomar.
Después de un fin de semana malo, en el que he vuelto a perder los estribos con la tecnología y la incompetencia de las multinacionales, lleno de decepción por todos lados y de frustración, el lunes no podía ser gran cosa. Después de un domingo entero fuera de casa, para ser más literales desde las 5 y media de la mañana a las 9 de la noche, al llegar por la noche y ver que el ordenador sigue sin funcionar y que Internet sigue estropeado, me acuesto en la cama a mirar al techo, a ver si él me soluciona la vida. No me solucionó nada para ser francos, pero me quedé dormida como un tronco hasta esta mañana cuando mi padre me despertó intentando ser suave pidiéndome que le escribiera un documento. Lo que no sabía mi padre es que yo a esas horas no era persona todavía y que cuando me despertó aún estaba teniendo un sueño bastante raro pero casi perfecto, el cual gracias a él se desvaneció para convertirse en una versión mía que, con un poco de niebla, habría colado perfectamente en el videoclip de Thriller del señor Jackson. Yo con la ropa del día anterior, una mirada asesina llena de legañas, un extravagante caminar de articulaciones rotas y dolor de espalda, desprendiendo un pestilente aroma rancio de odio a la raza humana bajé las escaleras y me senté a la mesa de la cocina a esperar que mi padre me explicase la siguiente tortura.
—Te he hecho café para que te espabiles (papá).
—Cómo te quiere tu padre. Yo le dije antes que me hiciera café y no me hizo caso. Y luego cuando yo estaba desayunando le veo haciéndolo y dice: es para mi hija (mamá).
— Yo no quiero café, yo quiero volver a la cama (versión de mi a trozos).
Después de un viernes malo que acabó siendo agradable, de un sábado totalmente nefasto y de un domingo bueno aunque agotador, empezar así de a pelo un lunes, no podría traer nada bueno. Pocas veces los días que empiezan de mal humor, acaban bien. Éste en concreto, acababa conmigo, después de unas horas en la cocina con el portátil de mi hermana intentando descifrar los garabatos de mi padre y maldiciendo al sector de la construcción, almorzando y retirándome a mis aposentos para volver a la cama. Esta vez, sin sueño chachi. Todo ello después de haber decidido no ir a clase por este infernal dolor de espalda con el que desperté y de autoconvencerme de que aprovecharía la tarde adelantando trabajo, quemando sedes y oficinas de Movistar, Mediamarkt, Sony o Ryanair en su defecto o leyendo. Mientras todas esas empresas siguen enriqueciéndose a costa de personas como yo que pierden los estribos por su incompetencia, mi vena pirómana sigue por otro lado sin aflorar lo suficiente y mis deberes negándose a hacerse solos, por lo que lo único que se cumplió hoy fue lo de leer.
Ayer me encargué de separar los libros que vende mi madre por idiomas (hasta en húngaro había) y con eso, a echarle el ojo a aquellos que pensaba quedarme para mi. Me quedé con estos para mi lista de posibles lecturas.
La Eva futura, Lucía Etxebarria.
La amiga de siempre, Mike Gayle.
La tienda del cuerpo y del alma, Frank Parkin.
Buenos días pereza, Corinne Maier.
Alivio rápido, Silvia Grijalba.
Siempre tuyo, Daniel Glattauer.
A estas nuevas adquisiciones hay que sumarle los libros que ya tenía en la mesilla de noche.
La estrella más brillante, Marian Keyes.
Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo; Dr. Deepak Chopra.
El niño del pijama a rayas, John Boyne.
El señor de las moscas, William Golding (no está en la foto).
La metamorfosis, Franz Kafka (no está en la foto).
Y a estas últimas las lecturas que no son por gusto, pero que he de leerme para mi proyecto de fin de carrera.
Text Analysis in translation, Christiane Nord (Versión en inglés ya en 250 páginas en la versión original en alemán eran querer morir lentamente) y
Aspectos teóricos y prácticos de la traducción alemán-español, Pilar Elena García.
Como si todo esto no fuera suficiente tengo además algunas películas que he sacado de la biblioteca y que espero ver esta semana.
Con todo este resumen inútil de mis aspiraciones lectoras y mis tristes anécdotas, solo me queda decir que a pesar de haber dormido unas 4 horas esta tarde, ahora que ya es noche entrada, vuelvo a tener sueño. Y si sirve de algo, sigo estando de mal humor. Lo único que puedo sacar en claro en este estado son tres cosas:
- No dependas de la tecnología o te dejará tirada cuando más la necesites.
- Para la segunda conclusión, sustituir «tecnología» por «hombres».
- Mañana tampoco iré a clase.
Hasta más ver, personillas.
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